El 20 de Julio se celebra el día Universal del Amigo recordando que en el año 1969 los astronautas norteamericanos llegaron a la Luna. Es que recordando este hecho tan trascendente, se trata de que todas las naciones del mundo puedan confraternizar, brindándose mutuamente apoyo, solidaridad y amistad, cosa que, a pesar de todos los intentos, no es fácil y no ha logrado concretarse. Tampoco es fácil congeniar entre los que consideramos los fundamentos de una amistad y el mantenimiento de ellos a través del tiempo.
Destaquemos que un amigo es un familiar que uno mismo elige; mientras que los primeros son fruto del azar o del destino, el verdadero amigo es un reflejo de ti, parte de tu esencia y te permite sacar lo mejor de ti mismo para dárselo a esa persona, lo que a su vez, te convierte en alguien más feliz.
Y decimos que es difícil mantenerlos a través del tiempo con la misma intensidad, ya que entre la escuela primaria, la secundaria, la universitaria, para los que pudieron llegar, más la parte laboral que se inserta en cualquier momento o el traslado de la familia a otro barrio o ciudad, son factores que nos alejan físicamente de las personas a las que queremos como amigos. Ello no significa que disminuyan nuestros sentimientos sino que lamentamos no poder manifestarlos personalmente. Y felices los que tienen ese café, almuerzo o cena semanal, sin contar a los que conviven en algún deporte porque los une.
Las familias son fundamentales porque, como en los matrimonios están los amigos tuyos, los míos y los nuestros, productos de amistades anteriores o logrados como consecuencia de los padres de los compañeros de los hijos. En fin, las posibilidades son muchas, el hecho es estar los suficientemente abiertos para incorporar a más amigos, no a reemplazarlos.
La amistad sana, la de verdad, está basada en la comunicación, la comprensión, el apoyo mutuo y el afecto. Todos tenemos defectos y nuestros amigos no van a ser menos. Pero “a pesar de” y “gracias a” estos defectos, los aceptamos y queremos. Un amigo de verdad no le exige nada a otro porque no pretende cambiarlo, ni convertirlo en otra persona que no es, ya que como hemos comentado, la elección ha sido propia.
Otra característica esencial es la empatía: no podemos cultivar una amistad si no somos capaces de ponernos en el zapato de nuestro amigo, en comprender sus sentimientos. Solo practicando la empatía, podremos dar lo mejor de nosotros mismos a nuestro amigo, lo que hará que, a su vez, nos sea devuelto por él.
Los amigos generan en nosotros sentimientos de pertenencia y aceptación incondicional que hacen que nos sintamos auténticos, sin barreras defensivas y en armonía. Confieren ese apoyo social necesario para que el estrés de nuestra vida diaria sea menor ya que la amistad constituye un poderoso amortiguador de las experiencias negativas vitales.
En definitiva creemos que la amistad cura el alma de quienes tienen la suerte de experimentarla. No se le puede llamar amistad a cualquier cosa. Como hemos apuntado la amistad verdadera alberga una serie de características que han de estar presentes. Pero el paso más importante – y más difícil – es conservar esa amistad; para los que hay que dedicarle tiempo, como un elemento – de un valor especial - que necesita ser cuidado: dedica tiempo a tus amigos todo lo que puedas, preocúpate por ellos y por su familia, se agradecido y sobre todo se muy leal.
Si tienes un amigo, tienes que ser feliz.